Power BI y el caos invisible
O de cómo aprendí que decir la verdad con datos también es un arte (y una forma elegante de meter la pata)
El primer informe que hice con Power BI fue precioso.
Divertido, colorido, con música de fondo.
Sí, música real.
Parecía una fiesta de cumpleaños para analistas junior. Y yo, feliz. Porque si puedo, siempre me divierto cuando aprendo.
Soy esa persona que mete un GIF en una tabla dinámica solo para ver si puede.
Claro que esto ocurrió en un entorno de aprendizaje. Un escenario de juguete.
Nadie iba a tomar decisiones con eso, ni enfadarse, ni pedirme que dejara de mostrar la verdad en pantalla completa.
Luego vino el otro dashboard.
El real.
El serio.
El primero que me encargaron en mi trabajo.
El que vería gente con corbata que dice “KPI” como si invocara a un dios.
Lo hice bien. O eso creía.
Diseño sobrio pero bonito, medidas claras, sin bromas ni música.
Una visualización limpia de oportunidades abiertas.
Muy corporate. Muy correcta.
Hasta que lo conectamos con los datos reales.
Y empezó a escupir verdades como puñetazos.
No cifras. No métricas. Verdades.
Ese informe —mi criatura, mi bebé con traje de chaqueta—
no solo mostraba números.
Mostraba que la empresa tenía margen (mucho) para mejorar.
Que los procesos estaban desalineados, sin estructura, y que los equipos funcionaban en paralelo sin hablar el mismo idioma.
La típica sensación de “esto lleva años sin que nadie le meta mano”… y ahora te toca a ti levantar la alfombra.
Y claro, la nueva era yo.
Lo que no enseñan los tutoriales sobre Power BI
¿Qué haces cuando el dato dice lo que nadie quiere oír?
En los cursos no lo explican.
Tampoco en los bootcamps.
Te enseñan DAX.
Pero no te enseñan a gestionar la incomodidad que provocan los datos cuando funcionan bien.
Porque ese es el problema: el informe estaba bien hecho.
Tan bien hecho que decía lo que todo el mundo ya intuía, pero nadie quería enfrentar.
Y me miraban como si yo lo hubiera roto todo.
Como si por señalarlo, la culpa fuera mía.
Quise desaparecer.
Pero, obviamente, me quedé.
Y justo ese día lo entendí:
Power BI sirve para ver, pero también para decir
Mi trabajo no era solo crear dashboards.
Era traducir verdades difíciles.
Y hacerlo sin que duela. Porque no tiene por qué doler.
No puedes entrar en una reunión y decir:
“Tenéis los datos hechos un desastre y así no hay quien trabaje.”
Técnicamente es verdad.
Políticamente es una bomba.
Comunicar los datos también es estrategia
Aprendí a reformular:
Lo sé. Suena a PowerPoint.
Pero hay días en los que, si no lo dices así, no entra.
Y a veces, endulzar la verdad es la única forma de que alguien quiera llegar a digerirla.
El verdadero trabajo: traducir, acompañar, proponer
Mi trabajo no es solo hacer que los datos se vean bonitos.
Es hacer que se escuchen.
Es tender puentes entre lo que Power BI revela y lo que la empresa está dispuesta a asumir sin entrar en pánico o culpas cruzadas.
Es mirar una estructura medio rota y decir:
“Vale. Esto puede tener arreglo. Pero sin dramas, por favor.”
Power BI me enseñó eso.
Que decir la verdad es importante, sí.
Pero saber cómo decirla… es lo que lo cambia todo.
Con esta experiencia comprendí que, si quería ser buena en esto, tenía que aprender a mirar de frente…
y luego tender la mano.
En BEST Data Solutions, trabajamos cada día para que los datos no solo hablen, sino que se escuchen con inteligencia, empatía y propósito.
Esta es una de esas historias que me recuerdan por qué elegí este camino.
Si te interesa cómo aplicamos Power BI en nuestros proyectos, puedes leer más sobre nuestro enfoque en este artículo La Importancia De Un Tablero De Calidad De Datos – Best Data Solutions del blog.
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