“Un dato para gobernarlos a todos, un dato para encontrarlos, un dato para atraerlos a todos y en la cruda tabla de bronce sin refinar almacenarlos”
Tras nuestra particular versión de la famosa cita de Tolkien y tal vez con una introducción épica al respecto de los primeros compases de la formación de la Tierra Media con la Música de los Ainur, hablaremos de un lago de datos profundo y caótico que a través de un stream se llenaba diariamente de una amplitud y tipología de datos como nunca existió en los eventos que posteriormente habrían de transformar la plataforma y el conocimiento de los pueblos. Alimentaban poco a poco dicho lago de datos fuentes varias, desde los discretos logs de servidores o los escurridizos registros de aplicaciones hasta alguna que otra, siempre sólida y estable, base de datos transaccional, mezclándose todo en el fondo del lago a causa de la fuerza del stream.
Al principio, todo transcurría con tranquilidad entre las brumas del lago en los albores de la Era Digital. Los usuarios, habitantes del cercano país de Dôl-Data, de vez en cuando llegaban hasta sus orillas y extraían la información necesaria compactándolas en bases de datos para su posterior análisis, viviendo felizmente, con datos estructurados y ordenados en sus warehouses, sin preocuparse por el espacio o la consistencia, pues al ser estos pocos era fácil su manejabilidad.
Sin embargo, un enemigo acechaba con paciencia desde las montañas donde nacía el stream, un enemigo que iba cogiendo más fuerza a medida que transcurrían los años y los pueblos avanzaban en tecnología. Un enemigo cuyo nombre susurraban los analistas y los ingenieros a media voz en la camaradería que generaba estar alrededor de una hoguera con un pichel en la mano: “El Bigdaten se acerca” susurraban a media voz para, acto seguido, retorcerse ante el escalofrío que les generaba dicho pensamiento.
Transcurría el tiempo en Dôl-Data y progresivamente los warehouses se fueron llenando; cada vez aparecían más datos en el lago, amenazando con llenar de redundancia y poca fiabilidad la información disponible en el país. Llegado un punto, la cantidad de datos fue tanta que la realidad fue ineludible: Bigdaten había llegado y estaba desbordando el lago, generando tal cantidad de datos que era casi imposible ordenar dicho caos.
Los datenses, pues así se conocía a los habitantes de dicho país, rápidamente formaron consejo ante el problema que suponía la llegada de Bigdaten y determinaron que era imposible luchar contra el poder y la magnitud de dicho enemigo; tal era la fuerza con la que generaba datos que cualquier intento de pararlo hacía caer en la desesperación a los guerreros más avezados. Determinaron también que debía formarse una comunidad formada por los analistas e ingenieros más experimentados, una comunidad que llevaría por nombre Dat-ä-Bricks y que en el antiguo lenguaje de los dioses significaba “los que ponen orden”.
Ante la imposibilidad de pararlo y el caos reinante, la comunidad Dat-ä-Bricks acudió presta, como primera acción, a los archivos de la biblioteca central de la capital de Dôl-Data, donde, entre montañas de polvo moldeadas por la mano del tiempo y manuscritos indescifrables, encontraron un antiguo pergamino que profetizaba tiempo atrás y con precisión la llegada de Bigdaten y la creación de la comunidad Dat-ä-Bricks , rezando el siguiente augurio:
“Con Bigdaten llegará el caos mas Dat-ä-Bricks creará la Arquitectura Medallion.
Bronce para el dato crudo.
Plata para refinar el dato.
Oro para brindar conocimiento.
El dato ha de ser entendido al final del camino.”
Bronce para el dato crudo. Tras ardua deliberación por parte de la comunidad determinaron que este, el primer paso, no podría ser otro que contener el dato desde su origen. Concluyeron que, para lidiar con Bigdaten, primero tenían que tratar de abarcar toda la información que este estaba generando, por lo que decidieron construir una tabla que recolectara todos los datos en su forma pura y sin filtro, en dicha tabla habría de todo: información importante o irrelevante, desde incompleta a duplicada, pasando por datos erróneos o inconsistentes.
Una vez completada la tarea, a la tabla la llamaron “Tabla de Bronce” y en la inscripción de la tabla pusieron “Aquí se almacena el dato puro, sin filtrar ni modificar, pues los datos crudos no están perdidos. Solo necesitan ser refinados en su momento”.
Así, nuestros héroes dieron la primera pisada del camino que los iba a ayudar a establecer el orden tras la llegada de Bigdaten. Sin embargo, los problemas no habían hecho más que empezar, pues la Tabla de Bronce yacía en desorden, y este propio desorden sería la clave de las aventuras que más adelante correría la comunidad Dat-ä-Bricks .